¿Es factible que la corrección de textos sea una profesión universitaria o lo único que hay de por medio es el interés personal de quienes lo promueven y no consideran que tal vez algunos jóvenes podrían matricularse y quedarse después sin trabajo?
Aquí una nota interesante para abrir debate como señala su propio autor, profesor, Marco Aurelio Ferrell Ramírez.
SOBRE LA PROFESIONALIZACIÓN DEL
CORRECTOR DE TEXTOS
(Notas
para abrir debate)
La
actividad de corrección de textos se cubre en el Perú con el concurso de
profesionales de las carreras de Lingüística, Educación (especialidad Lengua),
Periodismo (Ciencias de la Comunicación) y Literatura, personas que por su
formación están en condiciones de velar por el buen empleo del lenguaje en un
libro, revista, tesis, etc.
El
mercado laboral del corrector es variado y desigual. Algunas editoriales contratan
a profesionales de una de las mencionadas carreras; otras casas editoras y
algunos autores tienen personal no profesional que realiza su trabajo
aceptablemente y no ven razones para cambiarlos; en otros casos, hay
editoriales que optan por mano de obra barata: contratan egresados de algunas
de las mencionadas carreras y van rotándolos, y en otros ambientes hay rechazo
completo al corrector: lo consideran totalmente innecesario, lo cual sucede en
el sector público y en el sector privado («Lo importante es el contenido»,
dicen).
La
verdad es que la situación de los correctores no es satisfactoria en el Perú, y
en esto nada tiene que ver el que sean o no profesionales. No existe en nuestro
país una cultura de respeto por la calidad de una edición ni por el trabajo que
realiza un corrector. Todas las semanas,
en su programa
de televisión, el Dr.
Marco Aurelio Denegri literalmente destroza ediciones defectuosas, con mala
corrección, y advierte: «Esto pasa por no pagar buenos correctores». Sin
embargo, autores o editoriales cuyos libros
han sido escarnecidos
por el Dr.
Denegri no dudan en enviarle su siguiente producto, igualmente chapucero.
Profesionalización de correctores. La presidenta de Ascot, Sofía Rodríguez, con años de
experiencia en la corrección de textos, propuso la idea el 31 de diciembre del 2012
en una entrevista en el diario limeño El
Comercio, titulada «No pararé hasta que una universidad abra la carrera de
Corrección de Textos».
¿Qué
es profesionalizar? Busquemos la
definición en el diccionario de la Academia: «profesionalizar. 1. tr. Dar carácter de profesión a una actividad. ‖ 2. tr. Convertir a
un aficionado en profesional (‖ persona que ejerce una profesión). U. t. c. prnl.» No se
puede excluir que la idea de promover la instauración de la carrera de
Corrección de Textos responde a ambas
acepciones (lo que incluye la segunda, referente a aficionados), juntamente con
el horizonte que se abre a gente nueva.
Condiciones del corrector. Aunque para crear una carrera universitaria se hacen los
estudios necesarios que aseguren que los alumnos reciban la formación adecuada,
hay casos en que no puede preverse todo. Entenderemos esto observando la
función que cumplen determinados centros de educación superior, como los
conservatorios. ¿Alguien va a un conservatorio a aprender música? No. El
postulante debe rendir un examen teórico de música y otro de ejecución (sea con
un instrumento o con la voz). Entonces, el aspirante no va a aprender música: ya
sabe mucho más que lo básico; entra a perfeccionarse y a adquirir maestría (no
necesariamente el grado académico sino un dominio magistral).
No
podría seguirse un criterio semejante con los que postulen a Corrección de
Textos. El corrector de textos que conocemos es un profesional que ha adquirido
práctica y tiene años de lecturas complementarias —novelas, revistas, etc.— que
contribuyen a complementar sus habilidades, y es difícil que en cinco años un
estudiante de Corrección de Textos pueda replicar esta experiencia de vida
juntamente con el plan de estudios propio de la carrera, especialmente en esta
época en que los estudiantes, por la grave crisis económica que sufre el país,
rara vez pueden comprar libros ni encontrarlos en la biblioteca de la
universidad, y más se valen de fotocopias de partes de libros.
Realidad.
Hemos mencionado que, si se habla de quienes desempeñan esta actividad, en
nuestro medio el trabajo de corrección está a cargo de personas que han seguido
determinadas carreras —Lingüística, Educación (especialidad Lengua), Periodismo
(Ciencias de la Comunicación) y Literatura—, lo cual nos lleva a una
comprobación evidente: los correctores que tenemos son profesionales con conocimientos y práctica suficiente para
cumplir su cometido.
Tal
como están las cosas hoy, el propósito de promover la carrera de Corrección de
Textos va a ser inviable, incluso si se logra que una universidad organice
adecuadamente la carrera. Veamos:
1)
Cuando una universidad peruana tome la decisión de crear dicha carrera, todas
las demás son libres de hacerlo —recordemos que las universidades el Perú
constituyen un sistema— y lo harán en seguida de la primera, de modo que
proliferarían los correctores con título, tal como sucede con abogados,
médicos, ingenieros de sistemas, etc., que hace años van buscando trabajo con
el título bajo el brazo;
2)
El Perú no tiene —y posiblemente no llegue a tener— una industria editorial
comparable con las de México, Argentina o España, que pueden dar empleo a quienes
han seguido la carrera de Corrección de Textos;
3)
Por la crisis económica de España —que los más optimistas creen que «solo»
durará cinco años más—, hay muchos profesionales de todas las carreras que
están emigrando en busca de empleo, lo cual indica que pronto —si no es ya en
este momento— podríamos tener en el Perú buenos y experimentados correctores
españoles, trabajando en corrección o enseñando.
Sugerencia.
Tomando en consideración la realidad, es aconsejable desechar —o por lo menos
postergar— la idea de promover la creación de la carrera de Corrección de Textos.
¿Qué se puede hacer?
Una
respuesta adecuada debe surgir de gremios como Ascot o de grupos de
correctores, para que se atienda por lo menos los siguientes aspectos:
1) Intercambiar de información. Es necesario que se difundan entre todos los correctores
pautas, al menos sugeridas, sobre procedimientos de trabajo, formas de
contratación, tarifas, etc.
2) Capacitación. Realizar
con cierta frecuencia cursos para correctores. Aquí el terreno es extenso, hay
mucho por hacer; pero merecería prioridad rescatar el conocimiento gramatical
normativo —de la gramática tradicional—, porque la gramática que hoy predomina
es la difundida por los lingüistas, cuyo quehacer profesional no es normativo.
3) Divulgar errores. Algo importantísimo es dar a conocer al público los errores que se
encuentran en libros, revistas, periódicos, documentos oficiales, noticias de
internet, etc. Corresponde a Ascot emprender esta labor de manera
institucionalizada, sistemática y permanente. Para ello, utilizando su portal
de internet, debe establecer una sección que cada semana se enriquecería con
los hallazgos sustanciales que por turno realicen los afiliados de Ascot. Esta
es una manera práctica de demostrar a la sociedad y a los potenciales usuarios del
servicio de corrección lo que pasa cuando se prescinde de la participación de
un corrector.
Lima, 15 de febrero de 2013
Marco Aurelio Ferrell Ramírez
Profesor de Lengua y Corrector mferrellram@yahoo.com